jueves, 31 de octubre de 2013

Los comediantes


Graham Greene
1904-1991
Hace ya más de veinte años que leí la novela Los comediantes (The comedians), del escritor británico Graham Greene. Para entonces yo era Primer Secretario en Haití y el Embajador me prestó un ejemplar en francés para que lo leyera durante una de las tantas crisis políticas que me tocó presenciar. Al instante quedé enganchado en su lectura. Es una obra bien estructurada que incluye intriga, romance, aventura y violencia, pero con calidad literaria.

Acabo de concluir su relectura, esta vez en una deficiente y lamentable traducción al castellano (Debolsillo, Buenos Aires, 2004). Al cerrar el libro en su página 438, los recuerdos se agolparon y revivieron como si fuera ayer, pues Greene supo captar la atrocidad del régimen macutista de Papa Doc. Los lugares donde se desarrolla la acción, los personajes, el ambiente, son fácilmente reconocibles.

Recuerdo haber conversado sobre esta novela con el Embajador y las secretarias de la Embajada, quienes me orientaron a conocer algunos aspectos, que es el objeto de este artículo. Carmen y Marina, las secretarias, me decían que el Hotel Trianon, donde se desarrolla parte de la acción, estaba inspirado en el Hotel Oloffson y que el personaje Petit Pierre, el periodista de sociales, era ciertamente Aubelin Jolicoeur (a quien llegué a conocer, era un personaje raro y pintoresco). El Embajador, quien sabía lo que yo leía, sea porque eran lecturas recomendadas por él, o porque le comentaba lo que había explorado en las librerías, me aconsejaba que leyera Los comediantes con detenimiento, que me ayudaría a comprender muchas cosas. El buen Embajador, a quien mucho le debo, sabía orientar a su personal.

Hotel Oloffson, Haití, por Hayy Holcroft
Imagen tomada de www.harryholcroft.com

Todas las solapas y contraportadas de la novela comienzan: Los comediantes es una historia de gentes comprometidas y no comprometidas, en el escenario del terror de Haití. La edición Debolsillo repite la misma frase y agrega:
Afiche de la edición en francés de la película
Les Comédiens (1967)
...Brown está de regreso en el hotel que no ha podido vender en los Estados Unidos (pues el régimen de Duvalier ha alejado a los turistas) y tiene una atormentada relación con la mujer de otro hombre. Jones ha buscado en Port-au-Prince un último refugio. Smith sueña con cambiar la dieta de los haitianos. Como El poder y la gloria o en El revés de la trama, Greene indaga apasionadamente en estas páginas el significado de la vida y los límites de la borrosa frontera que separa el bien del mal.
En efecto, hay personajes que muestran su compromiso, como el vegetariano Smith, el Dr. Magiot o el joven Philipot. Hay otros que, como comediantes, prefieren pasar con bajo perfil o mirando para otro lado. El autor, en carta a A. S. Frere, su editor por 30 años, dice:
(...) La pobre Haití y el personaje del doctor Duvalier no son inventos: ni siquiera he cargado las tintas de este último para lograr más efecto. es imposible pintar las cosas peor de lo que son. Entre los Tontons Macoutes abundan hombres todavía más perversos que Concasseur, el velatorio interrumpido es un hecho real; más de un Joseph cojea por las calles de Puerto Príncipe después de una pesadilla de torturas, y aunque nunca conocí al joven Philipot, he visto guerrilleros tan valientes y mal adiestrados como él en el antiguo manicomio que está cerca de Santo Domingo. Sólo que en Santo Domingo las cosas han cambiado desde que empecé el libro. Han cambiado... a peor.
Graham Green escribió el libro en 1967 y la acción se desarrolla en un período en el cual se afinca con furia el terror duvalierista, que se ve intemporal porque esa tiranía era interminable. Es decir, puede ser 1960 o 1967; da lo mismo. Al seguir los consejos del Embajador me encuentro, ciertamente, con personajes de la vida real si bien con otro nombre. Veamos:

Clément Jumelle
El Ministro de Sanidad, Dr. Philipot, caído en desgracia por haber hecho un comentario ocioso sobre Papa Doc, se esconde en el Hotel Trianon donde se suicida a la orilla de la piscina. El propietario, Monsieur Brown, acompañado del Dr. Magiot, saca el cadáver del lugar y lo abandona en las afueras de Pétionville, con la esperanza de que sea descubierto luego de varios días. Sin embargo, por una aventura sexual de un Tonton Macoute con una campesina, se descubre, pero el gobierno mantiene que el ministro está fuera de la ciudad. La viuda rescata el cuerpo, mas cuando lo lleva a enterrar, el féretro es secuestrado por una comisión de matones y desaparecido en el Palacio Nacional.

Este es el caso de Clément Jumelle, un hombre decente comprometido con su país. Tuvo cargos directivos en el Ministerio del Trabajo durante el gobierno de Dumasrais Estimé. El titular de la cartera para el momento era el Dr. Francois Duvalier. Luego participó también como Ministro del Trabajo (1951-1953) durante el gobierno del General Paul Magloire (tenía 35 años de edad, el miembro más joven del gabinete) y Ministro de Finanzas y Economía (1954-1956). Candidato a la presidencia de la República en las elecciones de 1957, de las que se retiró cuando vio las trampas organizadas por los militares para poner el candidato de su preferencia y acusó el fraude. Allí comenzó su desgracia. Papa Doc no aceptaba un NO y Jumelle, hombre íntegro, no pudo complacerlo. Persecuciones, expulsiones, cárceles... Sus hermanos, Ducasse y Charles, fueron asesinados en la madrugada del 29 de agosto  de 1958 por los Tonton Macoutes, entre quienes destacaba Clément Barbot (otro personaje que cita la novela). Clément Jumelle, el sobreviviente y causa de la desgracia familiar, herido, se refugia en las oficinas de la Embajada de Cuba (quedaba en el local de la carnicería El Oso Blanco, frente al Palacio Nacional) donde fallece. Cuando se le lleva a enterrar, el cadáver, en su urna, es secuestrado por una comisión de los Voluntarios de la Seguridad Nacional. La idea era robarle el cerebro para usarlo en ritos vudú, pero ya se le había hecho autopsia y los órganos removidos.

Los hermanos Clément (derecha) y Harry Barbot (izquierda)
en la cumbre de su saloperie (1960).
El caso de Clément Barbot, jefe de los Tonton Macoutes, es interesante, no sólo porque muestra la ambición y maldad desmedida de los macoutes, sino que tiene un final de realismo mágico. Este torvo personaje, muy cercano a Papa Doc, involucrado en el asesinato de los hermanos Jumelle (seguro seguía órdenes del Presidente; allí no se movía una hoja sin que éste lo autorizara), intentó un golpe de Estado en mayo de 1963, que comenzaría con el secuestro del heredero al trono, Jean Claude Duvalier. Fracasa el golpe y esto causa la caída de los hermanos Barbot. Clément tuvo un fin raro y confuso. Por algún lado leí que, descubierta la intentona, Barbot huye a las montañas, tal vez con dirección a la República Dominicana donde tenía buenos amigos. El viejo Duvalier lo manda a perseguir y al final lo cerca, en una cabaña. Allí hay un tiroteo, mas cuando los macoutes entran al refugio no encuentran restos. Se dijo que Barbot se había convertido en perro negro y desaparecido. Pues bien, Duvalier mandó a matar a todos los perros negros de Haití. Hay una leyenda urbana que escuché en Puerto Príncipe con respecto a este personaje, completamente falsa. Según la especie, los participantes del atentado contra Rómulo Betancourt en junio de 1960, habrían ingresado a Venezuela con pasaportes diplomáticos haitianos conseguidos a través de Clément Barbot -sin autorización de Papa Doc, según algunos. Este era otro comprometido, no con la libertad, la democracia o el progreso de su país, sino con la maldad pura y simple.

Aubelin Jolicoeur, inspiró el personaje
de Petit Pierre
Para concluir, quisiera presentar a otro comprometido: el gobierno venezolano. A lo largo de la novela Greene menciona 5 o 6 veces a la Embajada de Venezuela y siempre como lugar de asilo y refugio a los perseguidos (hasta la viuda y huérfano del ministro Philipot) En efecto, contra viento y marea el gobierno de Rómulo Betancourt defendió la causa de la libertad en Haití y asistió a la víctimas con coraje y determinación: mopistas, dejoistas, fignolistas y hasta duvalieristas caídos en desgracia recibieron protección venezolana. En la caja fuerte permanecía en mi época un viejo libro con mensajes cifrados de esa época hasta la ruptura de relaciones.

Cuando Graham Greene redactó su novela en 1966-67, la Embajada de Venezuela estaba cerrada desde hacía varios años y México representaba los intereses venezolanos. Greene seguro que quedó impresionado con lo que tal vez le habían contado. Vienen a mi mente dos funcionarios que arriesgaron su vida y seguridad en cumplimiento del deber; los embajadores Elías Pérez Sosa, quien estuvo al frente de la misión entre julio y diciembre de 1958 (murió en su oficina el 23 de diciembre frente a su secretaria Carmen Dalencourt... Se decía que Duvalier lo había mandado a envenenar); y su sucesor, el poeta Vicente Gerbasi, contra quien hubo una pertinaz campaña acusándolo de comunista (todo personaje incómodo era "kominis"). Eso se llama compromiso.

El Embajador Vicente Gerbasi saliendo de la Embajada de Venezuela en Haití (1960)
Foto tomada de www.vicentegerbasi.net

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