martes, 15 de octubre de 2013

Aristóteles y Duverger sobre la tiranía

Aristóteles
(384 - 322 a. C)
Cualquiera puede imaginar que la humanidad progresa y que tiene capacidad para enmendar sus errores a través del aprendizaje. Desde muchacho supe que no es así porque cuando estudiábamos a los filósofos griegos nos encontrábamos con Aristóteles, quien, entre muchas cosas, nos mostraba al hombre como animal político con sus instituciones y formas de gobierno. El buen Aristóteles no fue el único que se dedicó a estudiar la conducta política humana, pero si fue el más destacado.

Más adelante, cuando en la Universidad cursábamos Derecho Constitucional,  el Dr, Jesús María Casal, nos daba un desayuno apetitoso con Aristóteles, Kelsen y Duverger y nos mostraba que no todo había cambiado -y tal vez ni mejorado- desde que el gran filósofo griego escribió su Política. El tema viene al caso porque aún conservo en mi biblioteca Instituciones Políticas y Derecho Constitucional (Ediciones Ariel, Caracas-Barcelona, 1962) de Maurice Duverger, libro que desde hace meses es candidato al ostracismo permanente, pero siempre hay algo que lo impide.

Hace unos días compré un ejemplar de Política (Alianza Editorial, Madrid,2012) y me puse a hojearlo. Esta una de las grandes obras clásicas del saber aristotélico. Por cultura general sabía más o menos lo que decía, pero nunca lo había leído. El libro se abrió como por encanto en el Capítulo XII del Libro Quinto y cito lo que leí porque me llamó la atención; luego lo comparé con lo que dice Maurice Duverger:
Pisístrato de Atenas
Realmente, de todos los regímenes son los menos duraderos la oligarquía y la tiranía. Pues el que más duró fue la tiranía de Sición -la de los hijos de Ortágoras y del propio Ortágoras-, que se mantuvo durante cien años. La explicación de esto es que a los súbditos los trataban con mesura y muchas veces se subordinaban a las leyes. De otra parte, por su natural belicoso, Clístenes no era despreciable, y casi siempre estos tiranos se ganaban al pueblo con sus atenciones. Se dice, por ejemplo, que Clístenes, al juez que le negó la victoria, le concedió una corona; y algunos aseguran que la figura del juez que así actuó la estatua que hay en el ágora. Cuentan también que Pisístrato consintió una vez en ser citado judicialmente ante el Areópago. La segunda fue la de los Cipsélidas en Corinto, que duró setenta y tres años y seis meses, ya que Cípselo fue tirano durante treinta años, Periandro durante cuarenta y medio y Psamético el de Gorgo durante tres años. Las causas son idénticas también para ésta: Cípselo era un demagogo y vivió en el poder sin escolta y Periandro fue un personaje tiránico, pero aguerrido. En tercer lugar, la de los Pisistrátidas en Atenas. No tuvo continuidad, ya que en dos ocasiones huyó Pisístrato durante su tiranía; de forma que, en un período de treinta y tres años, durante diecisiete años de éstos gobernó Pisístrato como tirano y durante dieciocho sus hijos; por consiguiente, el tiempo total fue de treinta y cinco años.
Hierón II de Siracusa. Su nombre está asociado
con el de Arquímedes.
De las restantes, la de Hierón y Gelón en Siracusa; pero no se mantuvo muchos años, sino que en total le faltaron dos para los veinte, ya que Gelón, habiendo sido tirano durante siete años, al octavo murió, durante diez Hierón y Trasíbulo al undécimo mes cayó. En general, casi todas las tiranías han sido de muy corta duración.
Comenta y critica también Aristóteles lo relativo los cambios o revoluciones como lo plantea Platón en La República, y agrega:
(...) de la tiranía no dice ni si habrá cambio, ni, en caso de haberlo, por qué razón y hacia qué tipo de régimen; y la explicación de ello es que no sería fácil decirlo, ya que es cosa indeterminable; puesto que según él, debería hacerlo hacia el primero y más perfecto (la democracia); pues así se completaría el ciclo. Ahora bien, cambia también en tiranía la tiranía, como la de Sición, a partir de Mirón, en la de Clístenes, y en oligarquía, como en Calcis la de Antileón, y en democracia, como la de Gelón y los suyos en Siracusa, y en aristocracia, como la de Cárilo en Lacedemonia y la de Cartago. Y hacia la tiranía se produce el cambio a partir de la oligarquía, como en Sicilia, por lo general, casi todas las antiguas: en Leontinos, hacia la tiranía en Panecio; en Gela, haia la de Cleandro; en Regio, hacia la de Anaxilao; y en otras muchas ciudades, igualmente.
Pero más importante que toda esta lista de personajes y lugares, que no nos dice tanto, es otro aspecto que toca el autor en el Libro Quinto, Capítulo XI y se refiere a cómo se mantienen las tiranías, lo que nos permite identificarlas fácilmente:
Periandro de Corinto
Museo Pio Clementino
Las tiranías se defienden por dos procedimientos muy distintos (a los de las monarquías), de los que uno es tradicional y al que ajustan la administración de su gobierno la mayoría de los tiranos. Casi todas sus medidas dicen que las instituyó Periandro el de Corinto; pero también del imperio persa pueden tomarse bastantes similares.
Son las medidas hace tiempo señaladas para la salvación, en lo posible, de la tiranía, impedir a los que sobresalen y eliminar a los sensatos, no permitir ni banquetes comunitarios ni asociaciones, ni educación, ni ninguna otra cosa similar, sino evitar todo aquello de donde suelen brotar estas dos cualidades: resolución y confianza; prohibir además la existencia de escuelas y de otros círculos culturales y facilitar cuanto esté orientado a que todos se desconozcan lo más posible unos a otros (pues el conocimiento engendra en mayor grado la mutua confianza); también , que los habitantes de la ciudad estén siempre a la vista y charlen en sus puertas (pues así pueden ocultar con menos facilidad a qué se dedican y se acostumbrarán a pensar poco, siendo siempre sumisos); además las restantes medidas similares, cuántas de los persas y de los bárbaros son de carácter tiránico (pues todas son equivalentes); tratar de que no quede en la sombra cuanto pueda decir o hacer cualquiera de los súbditos, sino tener espías como en Siracusa las llamadas "confidentes" y aquellos que como "escuchas" enviaba Hierón adonde quiera que había una conversación y una reunión (pues así se expresan con menos libertad, por miedo a tales espías; y si se expresan con libertad, pasan menos desapercibidos); y procurar que hablen mal unos de otros y riñan los amigos con los amigos, el pueblo con los principales y los ricos entre sí.
Dionisio I de Siracusa, en una decadracma
También empobrecer a los súbditos es una medida tiránica, orientada a que se alimente una guardia y a que, atareados en el quehacer diario, no puedan conspirar. (...) También el cobro de los impuestos como en Siracusa (en tiempos de Dionisio, en cinco años tuvo recogida toda la fortuna). es además promotor de guerras el tirano, con el fin de que sus súbditos estén ocupados y vivan en la necesidad de un dirigente. Y la realeza se conserva gracias a los amigos, pero es peculiar de la tiranía desconfiar en especial de los amigos; como todos desean derrocarla, pero especialmente pueden hacerlo éstos.
Ostrakon con el nombre de Temístocles. El ostracismo, en
manos de demagogos, sirvió para sacar de la escena a
personas incómodas.
Las medidas de la democracia más radical son todas también propias de la tiranía, las atribuciones de las mujeres en sus casas para declarar contra los hombres y el permiso a los esclavos por la misma razón; pues ni los esclavos ni las mujeres conspiran contra los tiranos, y si viven bien, necesariamente están a favor de las tiranías y las democracias; y también al pueblo le gusta ser monarca.  Por ello el adulador es apreciado en ambos regímenes: en las democracias, el demagogo (ya que el demagogo es un adulador del pueblo) y entre los tiranos, los que les rodean rastreramente, en lo cual precisamente consiste la adulación. Y también por esto es amiga de malvados la tiranía, pues gustan de ser adulados, y eso no lo haría nadie con sentimientos de nobleza; sino que los nobles, o son amigos o no adulan. En cambio, apropiados son los viles para las vilezas; pues "un clavo empuja a otro", según el refrán.
El deseo de no agradar a nadie que sea serio e independiente es otra peculiaridad de la tiranía (pues piensa el tirano que sólo él es así, mientras que si alguien actúa con seriedad e independencia pone en peligro la supremacía y el despotismo de la tiranía; en consecuencia, los odian como una amenaza para su poder). También la celebración de banquetes comunitarios más con extranjeros que con ciudadanos es peculiar del tirano, que considera a éstos enemigos y a aquéllos no competidores. estas medidas y otras similares son propias de la tiranía y defensoras de su poder, pero no les falta lo más mínimo de maldad.
En resumidas cuentas, todas ellas se encuentran encuadradas en tres tipos, ya que la tiranía se basa en tres supuestos: uno, que los súbditos piensen poco (pues contra nadie puede conspirar el pusilánime); en segundo lugar, que desconfíen unos de otros (pues no desaparece la tiranía sin que antes se tengan confianza algunos; por eso también luchan con los discretos, creyéndolos perjudiciales para su gobierno; no sólo porque no se resignan a ser gobernados despóticamente, sino también porque inspiran confianza para ellos mismos y los demás); y en tercer lugar, la imposibilidad de actuar (pues nadie se lanza a lo imposible, de tal forma que una tiranía no cae si falta la fuerza).
Maurice Duverger
(1917- )
Aristóteles se extiende un poco más sobre el tema. Me gustó este libro que dice tantas verdades imperecederas y que sigue actual a pesar de haber sido escrito hace 2.300 años.

Volvamos ahora a Maurice Duverger y su libro Instituciones Políticas y Derecho Constitucional, un clásico de las ciencias políticas del siglo XX. Revisando el texto, que es de extrema claridad, en su segunda parte aparecen los "grandes tipos de regímenes políticos", comenzando con las democracias clásicas: régimen parlamentario tipo inglés; régimen parlamentario francés; regímenes tipo americano en los Estados Unidos de América y América Latina; el régimen político suizo, y luego le entra a las dictaduras contemporáneas, que clasifica en tres grupos:

  • Dictaduras marxistas (en la URSS y otras "democracias populares";
  • Dictaduras fascistas;
  • Dictaduras republicanas (kemalismo en Turquía),

a los que agrega lo que dio en llamar "Regímenes autoritarios paternalistas", que son la España de Franco y el Portugal de Salazar.

Luego de haberlo revisado con detenimiento, creo que el libro de Duverger permanecerá en la biblioteca hasta decisión en contrario. Tal vez el rechazo que le tengo proceda de que algunas de sus teorías, al aplicarlas, han servido para que dictadores como Francois Duvalier, "Papa Doc", hayan establecido fuerzas de choque para aterrorizar a las masas e imponer su voluntad. Ese es el caso de los Voluntarios de la Seguridad Nacional, o Tonton Macoutes, que tanto daño hicieron a Haití que aún vive sus consecuencias.

Unos VSN o Tonton Macoutes celebrando en  Puerto Príncipe.
El régimen duvalierista era tiránico y demagógico.

2 comentarios:

  1. Y para que veas, Abraham, aquí los Neohellenos quieren eliminar de la educación el antiguo griego. Imaginase si este libro sigue tan actual, como dices, a pesar de haber sido escrito hace 2.300 años que sabiduría y que pensamientos filosóficos transmitieron nuestros antepasados. De los cuales, por lo menos, seguimos siento orgullosos!

    Mis saludos y un abrazo amigo!
    Stratos

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    1. No sólo los Neohellenos. Ahora abundan las acciones contra la cultura clásica en general. Me pregunto si será para que la gente no piense, como dice Aristóteles. El griego antiguo es muy interesante y el mundo actual le debe muchos términos. Debería cultivarse porque un árbol sin raíces no progresa.

      Un fuerte abrazo, Stratos.

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