sábado, 31 de agosto de 2013

Licaón, el hombre lobo

Cerámica Wedgwood que representa el castigo de Licaón y sus hijos. Fines del siglo XVIII
Ya leímos la historia de Calisto, a quien Juno/Hera transformó en osa por haber yacido con Júpiter/Zeus y cómo éste luego la convirtió en una constelación. Era peligroso flirtear con el padre de los dioses porque Juno, siempre celosa, estaba pendiente de que la falta no quedara impune. Hoy veremos qué le sucedió a la familia de la agraciada muchacha. Que Higinio nos cuente brevemente la historia (Fábulas mitológicas, Alianza Editorial, Madrid, 2009)
Se dice que Júpiter llegó como huésped ante Licaón, hijo de Pelasgo, y que se unió a su hija Calisto. Fruto de ello nació Árcade, quien dio su nombre a ese territorio.
Pero los hijos de Licaón intentaron poner a prueba a Júpiter para ver si era un dios; mezclaron carne humana con otra carne y se la sirvieron en un banquete.
Al darse cuenta, derribó enfadado la mesa y mató con un rayo a los hijos de Licaón. Más tarde Árcade construyó una ciudad, que llamó Trapezunte. Y al padre, Júpiter lo transformó en lobo.
Pobre Licaón, cuyo nombre griego recuerda a los lobos (Λύκος), que terminó convertido en hombre-lobo o licántropo (Λυκάνθρωπος). Sus descendientes por vía de Calisto y Júpiter fueron los arcadios que fundaron una ciudad que suena a trapisonda, pero en verdad es un derivado de "mesa" como la que derribó Júpiter cuando le sirvieron carne humana. Hubo dos pecados feos: el primero, y más grave, fue el de querer tentar a un dios y consagrar el canibalismo o antropofagia (νθρωποφαγία), y el segundo violentar las leyes de la hospitalidad.

El licántropo, el hombre que se convierte en lobo y devora a otros humanos, es uno de los terrores más profundos del alma humana. Si un hombre-lobo te muerde, te contagia y sufrirás la trágica pena de ser salvaje y feroz, pero con racionalidad y conciencia. El cine lo ha convertido en personaje de pacotilla.

Estampa en la colección del Museo Boijmans van Beuningen, Países Bajos
Al pie se lee en un raro latín:

Igne Lycaonias deuaflat edes,
Ille fugit rapidum vertitur inq. lupum
Syluas et rabiola petit spelea ferarum,
Vis. ferox animo, que fuit ante, manet.

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