domingo, 23 de junio de 2013

Más y más cuentos venezolanos

Desde hace uno días los lectores venezolanos pueden tener en sus manos, y leerla, una nueva antología de la narrativa breve venezolana reciente. Se trata de De qué va el cuento (Alfaguara, Caracas, 2013), selección de cuentos venezolanos del siglo XXI, hasta 2012, compilados por Carlos Sandoval. Hace una semana compré un ejemplar y me senté a leerlo. La ventaja del cuento reside precisamente en su brevedad y no es necesario emplear varios días para leerlo, como sucede con algunas novelas indigestas.

Las antologías son siempre subjetivas, de allí que la labor del compilador sea más ardua, así sea obras de un mismo autor ¿A cuáles dejar por fuera? ¿A quiénes incluir? ¿Por qué razones? ¿En qué orden presentarlos? El éxito dependerá siempre de la visión crítica de quien selecciona. En este caso, Carlos Sandoval incluye una interesante Hoja de ruta, que recomiendo leer antes de adentrarse en este repertorio del tercer milenio:
Por fortuna -nos dice-, la sensatez es la primera regla que orienta el espíritu de confección antológica: este tipo de volúmenes ayuda a percibir de manera rápida el comportamiento artístico del género sometido a escrutinio y al mismo tiempo resulta útil para medir la temperatura de la crítica porque, pese a que no lo sepa o no quiera admitirlo, el antólogo se desdobla en crítico literario al postular como tentativa sistemática el conjunto que ha creado. De allí que no debe juzgarse la figuración del material poético o narrativo (ni al ciudadano que lo firma) en una muestra preparada por otro, sino a aquel que los incluyó en ella.Aunque es evidente, es bueno recordar el hecho, pues lo que suele ocurrir cuando aparece una antología es escuchar todo tipo de valoraciones sobre los textos y muy pocas veces sobre los parámetros que la materializan. que también es natural hacer comentarios respecto de los poemas o cuentos, pero sólo a condición de que antes se haya entendido el criterio selectivo, sea este pertinente o no para el lector.
(...) Así la colección que reúno se adscribe, para decirlo de una vez, el diseño taxativo de aquellos compendios que buscan fijar algunas marcas sobre las realizaciones del cuento en Venezuela en un período determinado, puntualmente el que corresponde a los primeros doce años del siglo XXI.
Carlos Sandoval, compilador. Foto El Universal,  Caracas
Sería hacia 2005 cuando comenzó a hablarse, en medios públicos y académicos, de un boom narrativo venezolano, el cual habría comenzado, grosso modo, dos años antes. sea o no cierto (aún se espera un estudio sobre el asunto), el hecho es que con el cambio del siglo surgieron nuevos nombres en el panorama de la novela y el cuento del país, al tiempo que la obra de narradores reconocidos en la década anterior, pero un tanto descuidados por la crítica (Miguel Gomes, Rubi Guerra), volvió a ser considerada interesante, en una suerte de efervescencia editorial que produjo el efecto de una aparente situación de bonanza literaria. De ese modo, nuestro modesto medio cultural (muy adormecido al cierre de los noventa) se vio de pronto saturado por títulos novedosos o reeditados, entrevistas (audiovisuales o en prensa) , recensiones y concursos, muchos concursos para talentos jóvenes o, descontando la edad, todavía desconocidos.
 En efecto, estamos viviendo como un renacer en las letras venezolanas que ojalá se mantenga y perdure en el tiempo. Interesante libro que será útil para aquellos que quieren ponerse al día con la narrativa venezolana. Luis Barrera Linares, al comentar el contenido de esta antología, agrega un juicio al cual me suscribo:
1° edición de Días de Espantos
Se ofrece aquí más de una década de nuestra narrativa breve, una muestra libre, desprejuiciada y -muy importante-  amena sin sacrificios de lo estético, grata desde la profundidad de sus diversos planteamientos. Cuarenta escritores-as se aglutinan en este volumen y se hace difícil precisar cuál supera al otro. Por ello invitamos al lector al ejercicio de comenzar por cualquiera de los textos y confirmar que en cada página se hace difícil abandonar la lectura.
No es ésta la primera antología que nos presenta Carlos Sandoval. Un día que visitaba una librería frente a la Plaza Bolívar de Mérida me encontré un libro de título sugestivo: Días de Espantos (cuentos fantásticos venezolanos del siglo XIX). Era la tercera edición, a cargo de El Perro y la Rana (Caracas, 2007). Lo compré de inmediato porque era para mí Terra incognita, algo inexplorado. Una vez en el hotel, me entretuve leyendo los textos que fueron una verdadera revelación. De éste se han hecho tres ediciones, la primera por la Comisión de Estudios de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educación, UCV (2000); la segunda por Monte Ávila Editores Latinoamericana. Si lo ven en una librería no duden en adquirirlo, que vale la pena conocer este repertorio.

Creo que por ahora mi colección de narrativa breve venezolana está bastante completa. El mismo Sandoval, cuando se refiere al papel que han desempeñado las antologías en el conocimiento de la historia de la literatura venezolana, nos hace un buen inventario. De esos libros tengo algunos:
Lo que hace sólida una antología, entonces, es la claridad con que se exponen y llevan a término las directrices que se han tomado como base  para reunir el grupo ofrecido; una práctica que reduce al mínimo la carga subjetiva y que incrementa los potenciales servicios del tomo. Ese es el rol que, para el conocimiento de la historia de nuestra literatura del siglo XX, han venido cumpliendo las antologías elaboradas por Julián Padrón y Arturo Uslar Pietri (1940), Guillermo Meneses (1950), Luis Barrera Linares (1994) y Julio Miranda (1998), respectivamente, cuatro modelos de sistematicidad en el examen del relato venezolano en lapsos específicos. No quiere decir que otras compilaciones no hayan contribuido con la difusión de materiales narrativos breves en el país, como las preparadas por José Balza (1985) o por Gabriel Jiménez Emán (1989), para citar dos notorios ejemplos; lo que señalo es que el cuidadoso planteamiento de las intenciones críticas y divulgativas siempre garantiza la recepción -polémica, mansa o tumultuaria- de la labor antológica.
Recuerdo que hace unos años cuando adquirí los dos tomos de la Antología del cuento moderno venezolano (Biblioteca Venezolana de Cultura, Caracas, 1940), la de Julián Padrón y Arturo Uslar; el librero de usados a quien se los compré me recomendó no prestárselos a NADIE (con ese énfasis). Creo que tenía razón; esta antología es un tesoro. El estudio preliminar, Esquema de la evolución del cuento venezolano, fue preparado por Uslar Pietri y las fichas bio-bibliográficas "por los señores Mariano Picón Salas, Vicente Gerbasi y la señora Celia Lang de Maduro". El repertorio (1895-1935) está discriminado por generaciones:  El Cojo Ilustrado, Cosmópolis; Generación de 1910 (La Alborada y Sagitario); Generación de 1920 (Cultura Venezolana, Actualidades); Generación de 1928 (Válvula, El Ingenioso Hidalgo), y Generación de 1930 (Elite, Revista Nacional de Cultura, Viernes). En verdad, no se la presto a nadie.

Las otras dos antología del cuento venezolano que he ido incorporando a la biblioteca son:


La Antología de José Balza es ya un clásico.  Ha sido editada varias veces: 1985, 1990, 1996,
y una sin fecha, posterior a la tercera. El ejemplar que poseo es el de la edición sin fecha, que
incluye, además, relatos y narraciones del período colonial, que no entran necesariamente en
la categoría de "cuento". 

Vasta Brevedad es otra buena antología, esta vez circunscrita al siglo XX venezolano.
Son dos tomos editados por Alfaguara en 2010.  "ofrece un completo panorama del cuento
venezolano del siglo XX, con imprescindibles y razonadas proyecciones hacia el XIX y el XXI.
Como probados y comprobados intérpretes de nuestra narrativa, los compiladores han logrado
diseñar con ella un preciso mapa de nuestra ficción breve. Coll y Díaz Rodríguez. Pocaterra, Uslar
Pietri y Meneses, los dos Garmendias y Díaz Solís, Trejo y Armas Alfonzo, Balza, Quintero y
Antillano, Méndez Guédez y Barrera Tyszka, son apenas algunos de los ochenta cuentistas cuyas
distinguidas piezas la componen..."

"Acaso sean los cuentistas venezolanos los que mejor pueden reflejar, en su obra breve e intuitiva, la realidad fluida, atormentada y contradictoria de la nación. Sin ellos el rostro de Venezuela estaría incompleto y mucho de su misterio no habría empezado a expresarse. No tiene manifestación más alta la literatura venezolana, ni en ninguna otra forma se ha revelado con más poderosa y varia espontaneidad su genio propio."
Arturo Uslar Pietri





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