martes, 5 de febrero de 2013

Un contrato con la Providencia

Padre Santiago Machado
1850-1939
Hace algún tiempo, nuestro amigo Sergio Guzmán, a propósito de la peregrinación anual de Lourdes (entre Caracas y Maiquetía), me sugirió escribir algo sobre el padre Santiago Machado, personaje indisolublemente asociado con el culto a Nuestra Señora de Lourdes en Venezuela. Le prometí hacerlo un poco más adelante, para lo cual quise proveerme un un buen material. Adicionalmente, me parece oportuno ofrecérselo, a guisa de ejemplo, al amigo Silverio Osorio, seminarista maracaibero que acaba de recibir su Acolitado, a fin de que cuando sea sacerdote se fije un rumbo como el del padre Machado.

Tomaré los datos de una presentación televisiva que hizo el padre Juan Francisco Hernández en 1957, durante una breve suplencia que hizo a Arturo Uslar Pietri en su programa Valores Humanos que transmitía en aquel entonces Radio Caracas Televisión. El padre Hernández incluyó esta semblanza en su libro  Vida y Destino  y lo tituló Firmó un contrato con la Providencia. De allí entresaco unos datos que dan una idea de quién era Santiago F. Machado Oyarzábal y de lo que hizo como sacerdote y ciudadano. Así cumplo con ambos amigos:
(...) Me he fijado en un hombre humilde, ciento por ciento venezolano, de mi misma familia eclesiástica y que recordarán, sin duda, todos los hombres y mujeres que hoy son de mi misma generación.
Este hombre, por otra parte, parece que firmó un contrato con la Providencia de Dios, a la que tuvo siempre a su entera disposición, como su aliada incondicional.
Cristo de Maiquetía
Plaza Jerusalem
(...) Me refiero a un sacerdote aragüeño que llenó con su espíritu y con su acción 74 años de vida venezolana, a partir de su ordenación sacerdotal en 1876, cuando tenía 25 años de edad. Y digo "vida venezolana" y no puramente vida religiosa, o vida eclesiástica, porque la obra de este hombre prodigioso desborda la demarcación exclusiva del ambiente eclesiástico, en su concepción típica, para ir a sembrarse en la historia cívica, en la acción simplemente humana, en la actuación frente a su pueblo, que lo seguía y lo respaldaba.
(...) Lo popular en el Padre Machado resalta hasta en sus devociones personales, la mayor y más fuerte de las cuales, que lo impulsó a construir la plaza de Jerusalén de Maiquetía con su Cristo inmenso dominando las alturas y el Viacrucis monumental, fue -creo yo- la Pasión de Jesucristo, la Cruz del Redentor.
(...) y aún hoy perduran las famosas peregrinaciones que suben el cerro y caen en la plaza de Maiquetía llevando la vieja cruz pesada del Padre Machado. Estas peregrinaciones jamás pasan de moda, y siguen haciéndose anualmente en La Pastora desde la Puerta de Caracas.
Como el Arzobispo Guevara y Lira estaba expulsado del país por la vanidad de Guzmán Blanco, Santiago F. Machado tuvo que viajar a Trinidad. Allí recibió todas las órdenes entre el 18 de diciembre de 1875 y el 10 de junio de 1876. Este mismo año de su ordenación comenzaba su acción en Maiquetía, como teniente cura del Padre Juan Bautista Castro, primero, y luego, como párroco. Esta acción pastoral suya se identificó con su acción social. Él se adelantó en muchos años, por simple intuición. La cuestión social entraba de lleno dentro de sus preocupaciones normales del ministerio sacerdotal. Sus obras sociales nunca fueron utilizadas por él como medios de presión moral que violentara las conciencias ajenas. Sus obras eran de por sí un claro testimonio del poder espiritual y persuasivo de la Iglesia.
Hospital San José de Maiquetía
Patio interior
Tomada de www.congregacionhpm.com
Él hizo el primer acueducto de Maiquetía (1880), y, en la Plaza de Pariata, el cura Machado levantó un hospital (1888) sobre un edificio en ruinas: el hoy Hospital San José de Maiquetía.
De una junta de señoritas que se llamaba Asociación de San José (1887), destinada a la visita de los casos de indigencia y enfermedad (que a mi juicio, y entre paréntesis, fue el primer ensayo de servicio social que se realizó en el país), el Padre Machado hizo la hoy floreciente Congregación de Hermanitas de los Pobres (1889). Entre aquellas muchachas del litoral, que hacían de enfermeras y de trabajadoras sociales, había una, la caraqueña Emilia Chapellín Istúriz, nacido en 1858, de familia acomodada y exquisita educación, cuya actividad, talento y devoción impresionaron a este cura admirable, que, de inmediato, la señaló como levadura para su futura congregación de monjitas venezolanas. La señorita Chapellín, a los dos años, ya en 1890, estaba convertida en la Reverenda Madre Emilia de San José, fundadora y primera Superiora General de las Hermanitas de los Pobres, congregación entonces integrada por apenas una docena escasa de monjitas. Ya hoy (el Padre Hernández refería en 1957) tienen más de 60 obras sociales a su cuidado en el país y casas no sólo en toda Venezuela, sino en Colombia, Chile y la India. (...)
Venerable Madre Emilia de San José
1858-1893
...no hay obra que refleje más exactamente el  espíritu de este hombre extraordinario como estas alegres Hermanitas que cuidan a los enfermos y a los ancianos y enseñan a los niños y se inscriben y gradúan en las Escuelas de Enfermeras y de Servicio Social y estudian la carrera de normalista. Las "monjas de la cesta negra"...
La Congregación de las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía tiene un sitio web, al cual se puede ingresar por aquí. Allí se encuentra información actualizada sobre esta Congregación, sus obras sociales y servicios que presta, así como alguna información sobre sus fundadores.

La obra del padre Machado no se circunscribió a Maiquetía y Pariata. En Caracas fundó el Asilo de Mendigos; la obra San José del Ávila para niños pobres, en Sabana del Blanco, que luego transfirió a los padres benedictinos, quienes luego ampliaron las instalaciones que aún se pueden ver al norte de la Av. Baralt (Abadía benedictina),  y hasta llegó a transformar un barrio caraqueño con su sola autoridad. Volvamos al padre Hernández:
...Ya nadie se acuerda de "El Rincón del Valle". Así se llamaba la simpática barriada donde el Padre Machado levantó una iglesia y estableció un culto a la Virgen Madre, bajo la advocación francesa de la "Salette". Pero le pareció un crimen contra el gusto ese feo nombre de "El Rincón del Valle". E impuso otro: Prado de María. Trabajo le costó. A veces su autoridad moral no era suficiente y se ayudaba con su paraguas negro y su bastón curvado, sacudiéndolos en dosis cariñosas sobre los que repetían el viejo y feo nombre proscrito por él.
Iglesia de La Milagrosa en Prado de María
Originalmente dedicada a N. S. de la Salette
Yo recuerdo al viejo encaramado un buen día sobre el caliente motor de un autobús, claveteando el nuevo nombre Prado de María encima del feo mote depresivo que ostentaban los vehículos de entonces; y lo vi después fijando una airosa tablilla con el nuevo nombre mariano, mandada a pintar por él mimo, en el frente de los tranvías eléctricos. Nadie se atrevió a tocar aquellos titulares.
(...) Les decía antes que el Padre Machado daba la impresión, por su fe, de que había firmado un contrato con Dios...
Vean, si no, sus obras. Cada día florece más a medida que pasan los años: las Hermanitas de los Pobres, con su cada vez más numerosa red de obras e instituciones; San José del Ávila; el Hospital San José de Maiquetía, las peregrinaciones, a pie, por el cerro, de la Virgen de Lourdes y de la Santa Cruz a Maiquetía; el Pado de María, que es hoy, no obstante la "Salette", la nueva parroquia eclesiástica de la Milagrosa, etc...
San José del Ávila, ampliado por
los benedictinos.
Si hasta la humilde capillita del Santo Cristo, fundada por el Padre Machado, en los últimos años de su vida, en el confín de El Valle, para ser fermento de un refugio donde "las viejas -fueron sus palabras- pudieran, tranquilas, chupar sus cabos", hoy es un gran edificio. Alberga, inclusive, el noviciado de las Hermanas Lourdistas. Creo que esto fue lo último que planeó el Padre Machado.
(...) El 9 de diciembre de 1939 murió el Padre Santiago Florencio Machado Oyarzábal. Murió en Caracas en la Casa Madre de las Hermanitas de los Pobres que él había fundado. (...) Al día siguiente fueron las exequias. Su fosa se había abierto en el presbiterio de la capilla de la Casa Madre y allí fue enterrado. Pero el Padre Machado había visto la vida y la religión desde el pueblo y para el pueblo. Y el pueblo de Caracas no se resignó a contemplar impasible el entierro de quien fue su guía y ductor. El pueblo quiso ofrecerle  una apoteosis espontánea y arrebató su ataúd y organizó una procesión fúnebre con aquel cadáver tan querido. El cuerpo muerto fue llevado tumultuosamente hasta la Catedral. Me acuerdo que detrás del ataúd marchaba a pie el Presidente López Contreras con sus ministros.
(...) El Padre Machado murió en la mayor pobreza. Fue amortajado con su sotana negra, en la que no había -Dios no lo quiso- botones o vivos morados, ni siquiera los manguillos blancos de canónigo.
Plaza de Lourdes en Maiquetía. Al fondo la Iglesia de San Sebastián


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