jueves, 29 de marzo de 2012

Miércoles Santo en Caracas

NAZARENO -  ¿Dónde me viste, que me hiciste tan perfecto?
ESCULTOR - En mi corazón, Señor
El caraqueño católico  siente una devoción sincera por el Nazareno de San Pablo y recurre a él para resolver sus pequeños y grandes problemas. Esta devoción se muestra de manera multitudinaria el Miércoles Santo  (o Miércoles de Dolor) de cada año, cuando miles de fieles se agolpan desde altas horas de la madrugada frente a la Basílica de Santa Teresa, en el centro de Caracas, para "visitarlo", pedir favores o cumplir promesas. También muchos devotos se presentan en la Basílica el Martes Santo con orquídeas color lila (generalmente Cattleya mossiae) para adornar el "paso" o procesión. Dependiendo del año y la floración, la procesión del Nazareno estará engalanada por unas 7.000 a 10.000 orquídeas. Las flores sobrantes se le colocan a la Dolorosa o al Cristo crucificado (Santísimo Cristo de la Expiración) del mismo templo.

Un poco de historia
El Nazareno con sus orquídeas
En 1579 una una epidemia de viruela asoló a la naciente Caracas. El cabildo votó para la designación de un santo patrón para la ciudad contra la peste, resultando favorecido San Pablo, Primer Ermitaño, y en 1580 se comenzó la construcción de la Ermita de San Pablo, que con el tiempo llegó a contar con un hospital y hospicio para mujeres donde hoy queda la esquina de Hospital (una cuadra más al sur de la esquina de Miracielos donde, según la tradición, se habría producido el prodigio de los limones). Para entonces esta zona era un despoblado cercano a Santiago de León de Caracas.

La imagen del Nazareno es un siglo más reciente. Es una talla sevillana en madera de pino de Flandes, atribuida a Felipe de Ribas y entronizada en el templo por el obispo Fray Antonio González de Acuña OP, de feliz memoria. La leyenda caraqueña dice que cuando la talla estaba lista, el artista se retiró un tanto para admirar su obra y escuchó una voz que le dijo: "¿Dónde me viste que mi hiciste tan perfecto?" a lo que Ribas habría respondido: "En mi corazón, Señor" y muere en el acto.

No se sabe a ciencia cierta cuándo fue el portento de los limones en la esquina de Miracielos, pero lo más probable, si acaso, es que fuera en el período colonial, tal vez vómito negro o fiebre amarilla (no hay registro alguno de tal milagro). Es fácil relacionar a San Pablo Ermitaño, patrono contra la peste en Caracas, con la imagen del Nazareno y que los fieles lo invoquen en caso de enfermedad. Con el tiempo, Jesús con la cruz a cuestas remplazaría a San Pablo en el favor popular, aunque seguía conociéndosele como "de San Pablo". Al momento de la Independencia la zona ya estaba poblada por una incipiente clase media, entre los que se contaban la familia Salias, el famoso músico José Angel Lamas, quien en 1814 fue enterrado dentro de la Ermita, y posteriormente la familia Bolet Peraza.
Ermita de San Pablo, Caracas
Grabado de la época por Ramón Bolet Peraza

Durante la autocracia del General Antonio Guzmán Blanco, en plena persecución religiosa, se decreta la demolición del templo más antiguo de Caracas para construir un teatro que llevaría el nombre del dictador (hoy el Teatro Municipal de Caracas). Una tradición caraqueña asegura que estando Guzmán en el palco de su teatro, se le aparece el Nazareno y le increpa: "¿Qué hiciste con mi casa?" y al poco tiempo ordenó la construcción de un templo afrancesado con planta en cruz, el altar en el centro y dos entradas: Santa Ana y Santa Teresa de Ávila, en honor a su esposa Ana Teresa Ibarra.

Hay otra versión, a mi juicio más verosímil, que indica que la primera dama se encerró en su habitación a llorar desconsolada. Su marido, al verla, le preguntó la causa de su llanto, a lo que ella respondió: “Antonio, es que a ti te ha dado por ir en contra de la Iglesia; expulsas al Arzobispo, acabas con los conventos de monjas y curas; convertiste el Convento de San Francisco en Universidad; destruiste la Iglesia de La Trinidad y la convertiste en el Panteón Nacional y ahora demueles a San Pablo… ¿dónde vamos a meter a Nuestro Nazareno?”. Antonio, que amaba tiernamente a Ana Teresa, le regaló un templo que hoy es la Basílica Menor de Santa Teresa, la nueva casa del Nazareno. Tal vez todo esto sea propaganda política de los partidarios de Guzmán.

No son sólo favores individuales los que prodiga a sus fieles, sino que en momentos de apuro colectivo se recurre a él. Un caso reciente se dio durante una sequía prolongada, creo que fue en 1984; el Presidente Jaime Lusinchi pidió al párroco de Santa Teresa que dirigiera rogativas al Nazareno y de ser posible lo sacara en procesión para pedir la lluvia. Lusinchi asistió acompañado de su Ministro para el Ambiente y los Recursos Naturales Renovables y del Presidente del Instituto Nacional de Obras Sanitarias... y a los pocos días llegaron las lluvias.

Dejo a continuación este poema del gran Andrés Eloy Blanco, que relata el portento de Miracielos. Agregué algunas notas al pie para quienes no estén familiarizados.

NOTA: Para leer otro artículo sobre el Nazareno de San Pablo, ingresar por aquí.




EL LIMONERO DEL SEÑOR

En la esquina de Miracielos[i]
agoniza la tradición.

¿Qué mano avara cortaría
el limonero del Señor?
Miracielos; casuchas nuevas,
con descrédito del color;
antaño hubiera allí una tapia
y una arboleda y un portón.
Calle de piedra; el reflejo
encalambrado de un farol;
hacia la sombra, el aguafuerte
abocetado de un balcón,
a cuya vera se bajara,
para hacer guiños al amor,
el embozo de Guzmán Blanco[ii]
en algún lance de ocasión.

En el corral está sembrado,
junto al muro, junto al portón,
y por encima de la tapia
hacia la calle descolgó
un gajo verde y amarillo
el limonero del Señor.

Cuentan que en Pascua lo sembrara,
el año quince[iii], un español,
y cada dueño de la siembra
de sus racimos exprimió
la limonada con azúcar
para el día de San Simón[iv].

Por la esquina de Miracielos,
en sus Miércoles de Dolor,
el Nazareno de San Pablo
Pasaba siempre en procesión[v].

Y llegó el año de la peste[vi];
moría el pueblo bajo el sol;
con su cortejo de enlutados
pasaba al trote algún doctor
y en un hartazgo dilataba
su puerta “Los Hijos de Dios[vii]”.

La terapéutica era inútil;
andaba el Viático al vapor
Y por exceso de trabajo
se abreviaba la absolución.

Y pasó el Domingo de Ramos
y fue el Miércoles del Dolor
cuando, apestada y sollozante,
la muchedumbre en oración,
desde el claustro de San Felipe[viii]
hasta San Pablo[ix], se agolpó.
Un aguacero de plegarias
asordó la Puerta Mayor
y el Nazareno de San Pablo
salió otra vez en procesión.

En el azul del empedrado
regaba flores el fervor;
banderolas en las paredes,
candilejas en el balcón,
el canelón y el miriñaque
el garrasí y el quitasol;
un predominio de morado
de incienso y de genuflexión.
“¡Oh, Señor, Dios de los Ejércitos.
La peste aléjanos, Señor!”

En la esquina de Miracielos
hubo una breve oscilación;
los portadores de las andas
se detuvieron; monseñor
el Arzobispo[x], alzó los ojos
hacia la Cruz; la Cruz de Dios,
al pasar bajo el limonero,
entre sus gajos se enredó.
Sobre la frente del Mesías
hubo un rebote de verdor
y entre sus rizos tembló el oro
amarillo de la sazón.

De lo profundo del cortejo
partió la flecha de una voz:
“¡Milagro! ¡Es bálsamo, cristianos,
el limonero del Señor!”

Y veinte manos arrancaban
la cosecha de curación
que en la esquina de Miracielos
de los cielos enviaba Dios.
Y se curaron los pestosos
bebiendo el ácido licor
con agua clara de Catuche[xi],
entre oración y oración.

Miracielos: casuchas nuevas;
la tapia desapareció[xii].
¿Qué mano avara cortaría
el limonero del Señor?
¿Golpe de sordo mercachifle,
o competencia de doctor
o despecho de boticario
u ornamento de la población?

El Nazareno de San Pablo
tuvo una casa y la perdió[xiii];
y tuvo un patio, y una tapia,
y un limonero, y un portón.
¡Mal haya el golpe que cortara
el limonero del Señor!

¡Mal haya el sino de esa mano
que desgajó la tradición!

Quizá en su tumba un limonero
floreció un día de Pasión
y una nueva nevada de azahares
sobre la cruz desmigajó,
como lo hiciera aquella tarde
sobre la Cruz en procesión,
en la esquina de Miracielos,
el limonero del Señor.



[i] Miracielos: esquina de Caracas en la parroquia civil de Santa Teresa, cercana a los teatros Municipal y Nacional.

[ii] Antonio Guzmán Blanco (1829-1899): Déspota ilustrado. Gobernó a Venezuela de forma autocrática directa o indirectamente en el último tercio del siglo XIX. Su gestión puede calificarse de modernizadora con la adopción del sistema métrico decimal, la instrucción pública obligatoria, un nuevo sistema monetario y el registro civil. Su afán “civilizador” lo llevó a destruir monumentos antiguos al querer convertir a Caracas en un París de un solo piso. Persiguió a la Iglesia católica, suprimió conventos y se robó las joyas de éstos últimos. Sus seguidores le dieron el título de Ilustre Americano.

[iii]  Licencia poética; podría ser 1815, 1715 o 1615.

[iv] Fiesta de San Simón Apóstol: por muchos años se celebró el onomástico de Simón Bolívar (28 de octubre). En el siglo XX se trasladó la fecha al 24 de julio (1783), fecha de su natalicio.

[v] A la imagen del Nazareno le corresponde el Miércoles Santo salir en procesión. Los otros pasos son: Oración en el huerto, Domingo de Ramos; Jesús en la columna, Lunes Santo; Humildad y Paciencia, Martes Santo; Cristo crucificado, Jueves Santo, y Santo Sepulcro, Viernes Santo.

[vi] La Peste: se refiere a uno de tantos flagelos que se padecieron en Venezuela durante el período colonial; bien puede ser vómito negro,  viruela, cólera y hasta hay quien dice que fue escorbuto. La peste bubónica apareció por primera vez en Venezuela en 1908 procedente de Trinidad, con reaparición sucesiva hasta 1919. Una leyenda ubica el milagro de la cura de la peste en el siglo XVII.

[vii]  Los Hijos de Dios: cementerio ubicado al norte de Caracas, clausurado en el siglo XIX.

[viii]  San Felipe: Se refiere al convento de los neristas, San Felipe Neri, ubicado en el área donde hoy están la basílica de Santa Teresa y el Teatro Nacional.

[ix] San Pablo: Ermita de San Pablo Primer Ermitaño, uno de los templos más antiguos y mejor dotados de Caracas, demolido por orden del Antonio Guzmán Blanco para construir el Teatro Guzmán Blanco (hoy Teatro Municipal. Entre las imágenes que se veneraban en la Ermita estaba el milagrosísimo Nazareno de San Pablo, protagonista del milagro que relata el poema. La leyenda cuenta que durante la inauguración del teatro el Nazareno se le apareció al presidente masón y ateo y le increpó: “¿Qué hiciste con mi casa?”. Guzmán mandó a construir una vistosa iglesia neoclásica dedicada a Santa Ana y a Santa Teresa de Ávila (hoy Basílica Menor de Santa Teresa) que corresponden a los nombres de su esposa Ana Teresa Ibarra, una de las mujeres más bellas de su tiempo.

[x] Monseñor el Arzobispo: da un indicio de que el hecho se produjo en el siglo XIX. Caracas es sede arzobispal desde 1803. Los arzobispos de Caracas hasta la época de Guzmán Blanco fueron: Francisco Ibarra (1803-1806), Narciso Coll y Prat (1807-1822), Ramón Ignacio Méndez (1827-1839), Ignacio Fernández Peña (1841-1849),  Silvestre Guevara y Lira (1852-1876) y José Antonio Ponte (1876-1883). De todos ellos, el ilustre Guevara y Lira fue víctima de los abusos del tirano.

[xi] Catuche: arroyo de aguas claras y saludables que discurría al norte de Caracas. Hoy es una cloaca infecta.

[xii] El poeta lamenta la desaparición de lugares de tradición, de interés cultural o histórico en aras de un progreso mal entendido.

[xiii] Se refiere el poeta a la demolición de la Ermita de San Pablo Ermitaño para construir un teatro.

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