sábado, 22 de octubre de 2011

Fumar es un placer...



Fumar es un placer genial, sensual... Si no le creen a la canción, pregúntenle a don Rómulo Betancourt (1908-1981,en la foto), que está disfrutando una buena fumada en una pipa modelo billiard. Quién sabe cuántas pipas tenía. Se rumoraba que una de ellas estaba ensalmada por un famoso brujo (cosa que era una falsedad, pero él no se ocupó de desmentirla, más bien parecía disfrutar de esa leyenda).

Los venezolanos dejaron de fumar pipa en los años 70 y la cambiaron por los nocivos cigarrillos. Como fumo el cachimbo desde que llegué a la mayoría de edad, llegué a conocer en Caracas muy buenas tiendas que ofrecían todos los implementos y picaduras para garantizar largas, sabrosas y variadas fumadas a los pipófilos. Compré mi primera pipa Peterson en un negocio que quedaba de Conde a Carmelitas, donde hoy existe una venta de empanadas mantecosas. Me imagino cómo serían esos estancos en los años 50 y 60. ¡Qué de picaduras y pipas interesantes conseguiría Rómulo Magno para fumar y acrecentar su colección! Me da sana envidia. En la actualidad las pocas tiendas que permanecen dan lástima por lo desprovistas: picaduras de ínfima calidad, pipas tapa amarilla, poca variedad de accesorios En fin, las casas, palacios y emporios del fumador venden de todo menos artículos para pipófilos.

Hace unos días visité una vieja tienda de las pocas que subsisten en el Centro Simón Bolívar, a donde no iba hace muchos años. Para mi sorpresa, la señora me reconoció de inmediato y me dijo: "está igualito, sólo un poco mayor; usted siempre nos compraba". No pude resistir la tentación y le compré una pipa Savinelli modelo billiard, como la que se está fumando don Rómulo.

Al tema de las pipas y la picadura volveremos en otra ocasión. Hace unos días se cumplieron 30 años del fallecimiento de Betancourt. Para la fecha, yo era Tercer Secretario en la Embajada en Trinidad y Tobago y me tocó estar atento al Libro de Condolencias. Sirva esta nota como un breve homenaje al Br. Betancourt Bello, quien en vida cultivó amigos y enemigos y cumplió con lo que consideraba su deber para con la Patria. Sus adversarios políticos no escatimaron epítetos en su contra. Mi abuela, que lo detestaba, lo llamaba Ojo'e Diablo; otros el Napoleón de Guatire y algunos peores que me abstengo de mencionar para no mancillar mi teclado. Preferible recordar los gritos de un lorito adeco que sabía cantar el himno del partido y dar vivas a Rómulo y a AD.

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